Pilar Rovira, mic

El P. Claret ha sido un referente desde mi infancia; con los de casa solía ir a la iglesia de la Merced, donde se veneraba su sepulcro, por la fiesta de la Virgen del Buen Suceso, en la misa de las 11,00 h cuando había algún familiar o conocido difunto, y algunas tardes de domingo a los actos que se celebraban, también en la fiesta del Corazón de María y el día del P. Claret.

Recuerdo a los misioneros que solían ir a la parroquia, para predicar ya fuera una misión popular, un novenario o bien por las festividades más importantes; pero guardo un recuerdo especial en que una tarde de domingo, en la iglesia de la Merced, cuando hicieron imposición de la cruz a unos claretianos para enviarlos a las misiones, me acompañaba la tía Teresa (yo tendría entonces unos 6 ó 7 años); me impresionó fuertemente aquella cruz que les colocaban sobre aquellas sotanas largas y negras; en mi imaginario no sé bien si entendía lo que suponía ser enviado a tierras de misión, pero me desvelaron un sentimiento de admiración, me parecían unos héroes, distintos de los que vemos dibujados con salacot y sotana blanca.

En el año de su canonización, recuerdo que, al recorrer en procesión por las calles de la ciudad, un misionero nos animaba a cantar el himno con más entusiasmo.

La abuela Margarita nos regaló algunos libros piadosos: la guía del cristiano, el Kempis, el camí Dret… Del Camí Dret me impresionaban aquellos dibujos sobre el infierno y el pecado, y no me gustaba en absoluto mirarlos.

En casa también llegaban unas hojas sobre los mártires de Barbastro.

Podría ir diciendo más experiencias o anécdotas, pero creo que no es necesario porque fue aquel ambiente el que me ayudó a crecer en la fe de una manera natural y espontánea.

El P. Claret misionero y evangelizador; fácil imaginarlo andando de un pueblo a otro con el deseo de salvar las almas, anunciando la Buena Nueva de Jesús.

Sallent, Fussimanya, Viladrau, Matagalls, Espinelves … son lugares emblemáticos y muy cercanos; se trata de un santo muy nuestro.

Leyendo su autobiografía me doy cuenta de la resolución y fuerza con que respondió a la llamada que Jesús le hacía, sin detenerse ante las dificultades. También tengo muy presente el testimonio de los misioneros que, al servicio de la Palabra, hacen presente el espíritu evangelizador del P. Claret:  El P. Lluís Pujol, el P. Pedro García y tantos otros que me ayudaron a descubrir la vocación misionera .

Soy misionera de la Institución claretiana, una familia religiosa que nació en Vic en la actual Casa d’Espiritualitat, al lado del sepulcro del P. Claret. Y doy gracias a Dios que me ha concedido formar parte de la Familia Claretiana; ojalá, en mi día a día, sepa vivir y hacer realidad el sueño del P. Claret; lo expreso con palabras del P. Joan Sidera: «Enamoraos de Cristo – y del P. Claret-» …

 

PILAR ROVIRA y PUIG, misionera de la Institución Claretiana, nació el 19 de agosto de 1942 en Gurb; fue bautizada el 23 de agosto en la Parroquia de St. Esteve de Granollers de la Plana.

Hizo el noviciado en la casa madre de Vic, y fue su Maestra la Madre M. Dolores Solà. El 23 de octubre 1968 hizo la profesión perpetua en la capilla de la casa de Espiritualidad P. Claret.

El año 1965 fue destinada a la Comunidad del colegio San Antonio M. Claret de Cornellà.

Ha sido Superiora General de las Misioneras de la Institución, y actualmente es consejera y secretaría del Gobierno General.