Les invitamos a acompañar a Claret en sus últimos meses, en Prades y Fontfroide. El final de su vida es una bella parábola del sentido espiritual y misionero de toda su existencia. Dejemos que el Claret enfermo y agonizante nos anuncie el Evangelio de Jesús resucitado y nos interpele para vivir, como él, cada vez más centrados en Dios y en la misión.