AA.VV., El fuego del amor. La definición del misionero. Meditaciones, J. R. Sanz Ortiz (ed.), Madrid 2020, pp. 242.

La Prefectura de Espiritualidad y Formación de la Provincia Claretiana de Santiago (España) nos ofreció en 2016 un primer volumen sobre la llamada “Oración apostólica” de San Antonio María Claret, que ya recensionamos precedentemente en esta web. Esta vez el comentario del presente volumen es sobre texto fundamental de nuestra espiritualidad, la llamada “Definición del misionero”. Se trata de un “papelito”, dijo Claret a propósito de una de las versiones, que quería que todo misionero llevara consigo. Es un breve texto que sintetiza y resume muy bien la vivencia espiritual y apostólica del Santo. Un escrito que nos ha sido transmitido por los Padres Clemente Serrat y Pablo Vallier y, con ligerísimas variantes, por los Padres Jaime Clotet y Francisco Crusats (cf. p. 13). Como el volumen anterior, el presente se divide en dos partes: una introducción histórica (pp. 13-77), por el P. Severiano Blanco Pacheco, que ya hizo el estudio histórico de la “Oración apostólica”, y a la que siguen siete meditaciones y una última aportación sobre aspectos psicológicos del escrito claretiano.

Blanco, con su acostumbrada y reconocida competencia de la historia de Claret, nos recuerda que el texto de la “definición” fue redactado por el Santo al menos tres veces, en tiempos muy cercanos entre sí, y muy semejantes, aunque no idénticas. La más conocida y escrita entre los años 1861-1862 se halla en la Autobiografía n. 494. No se trata, por lo tanto, de un texto totalmente original, “sino una condensación de expresiones utilizadas por Claret en otros momentos y muy en sintonía con la situación espiritual en que se encuentra cuando las compone” (p. 20). Un texto que rezuma ecos bíblicos de profetas y de san Pablo, pero sobre todo refleja lo que era su misma vida. Y, “a diferencia, de la Autobiografía, la cual estuvo prácticamente en desuso hasta su edición manual de 1949, la Definición fue constantemente copiada, comentada y meditada” (p. 30) por la Congregación. Particularmente acertado parece ser el título que Blanco da a la última parte de su detallado estudio: “La Definición como autobiografía de Claret en miniatura” (p. 44), demostrándolo con una ininterrumpida sucesión de citas (pp. 44-77).

Las siete meditaciones siguientes se deben a algunos de los competentes y conocidos autores claretianos que ya habían colaborado en el volumen sobre la “Oración apostólica”: P. Largo, A. de Prado, J. C. R. García, B. Fernández y A. Bocos. Nuevos son otros tres claretianos: J. C. Martos, G. Fernández, y el autor del estudio psicológico: P. Veliyannoor.

El mariólogo Pablo Largo comenta el tema de la espiritualidad cordimariana que aparece en la primera frase del texto (pp. 79-99). Al final, propone unos textos y oraciones para una celebración. Adrián del Prado, teólogo y publicista, profundiza el “arder y abrasar en caridad apostólica” (pp. 101-134). Juan Carlos Martos, espiritualista, desde otra perspectiva, enriquece el tema del “encender a todos los hombres en el fuego del divino amor”; y añade unos textos, oraciones e incluso poesías de varios autores, más un breve cuestionario para la reflexión personal (pp. 135-158). José Cristo Rey García, teólogo, analiza los incisos que hacen referencia a cómo afrontar las dificultades (pp. 159-168). Bonifacio Fernández, cristólogo, se centra en el seguir e imitar a Jesucristo, y acaba con unas preguntas para la eventual celebración comunitaria (pp. 169-178). Gonzalo Fernández, Vicario General de la Congregación, ofrece unas reflexiones sobre los tres verbos “orar, trabajar y sufrir” (pp. 179-188). El cardenal Aquilino Bocos, durante muchos años Consultor y luego Superior General, medita sobre la búsqueda en todo de la gloria de Dios, haciendo referencia no solo a Claret sino también a las Constituciones actuales y a recientes textos Capitulares (pp. 189-220). Finalmente, Paulson Veliyannoor, psicólogo, identifica las fortalezas y rasgos psicológicos que aparecen en la imagen que Claret da en la Definición (pp. 221-238).

Un libro que continua enriqueciendo espiritualmente a toda la Familia Claretiana en la cantera abierta con el volumen sobre la “Oración apostólica”, de lo cual estamos sumamente agradecidos a ese grupo de Claretianos. Ojalá continúe este servicio fraterno de nuestros hermanos de la Provincia Claretiana de Santiago con otros textos o aspectos de la espiritualidad de nuestro gran Padre y Maestro, san Antonio María Claret.

 

J. Rovira Arumí, cmf.

(Director de “Studia Claretiana”).