Sallent

«Nací en la villa de Sallent, decanato de Manresa, obispado de Vic, provincia de Barcelona. Mis padres se llamaban Juan Claret y Josefa Clará, casados, honrados y temerosos de Dios» (Auto. n. 1).

En el centro mismo de la comarca del Pía de Bages, bañada por las aguas del río Llobregat, se encuentra la villa de Sallent. Pertenece a la provincia de Barcelona y al partido judicial de Manresa. Dista de esas dos ciudades 63 y 13 kilómetros respectivamente. A comienzos del siglo XIX el censo era de 1.600 habitantes el año 1822.

En el siglo XX, y en la mejor época de la industria, alcanzó los 9.227 habitantes. Actualmente son unos 7.300 los moradores de esa población que ha crecido a ambos lados del río, unidos por un puente cargado de historia.

El municipio de Sallent ocupa una área de 66 kilómetros cuadrados. Los municipios colindantes son: Gaià, al norte; al este Avinyó y Artés; a mediodía Sant Fruitós de Bages, y por poniente Santpedor, Castellnou de Bages y Balsareny, poblaciones todas ellas evangelizadas por el santo nacido en Sallent.

El Bages es una comarca rica en monumentos megalíticos, restos arqueológicos y prerrománicos. Desde 1929 se extraen sales potásicas de las minas.

El nombre de Sallent le viene a esta población industrial del Llobregat por los saltos de agua de este río a su paso por la villa, cinco en total. Gracias precisamente a esa privilegiada riqueza acuífera, Sallent fue una de las primeras en utilizar telares mecánicos en sus fábricas.

Antonio María Claret, sallentino ilustre, recuerda, en su escudo episcopal, esa su villa en la que nació el 23 de diciembre de 1807:

«El puente, río, cascada y casas indican Sallent mi patria, mi padre es de esta parte del río y mi madre de la otra, y esto simbolizan el sol, Claret y la luna, Clarà» (carta,25, julio, 1850).

Al pasar por ese histórico puente, vale la pena detenerse un momento y contemplar el perfil de esa población, con sus chimeneas de ladrillo rojo, bien conservadas todavía; las naves industriales que recuerdan los buenos tiempos fabriles de la villa; el curso movido de las aguas, las casas y muros de la parte antigua que miran al río.

Y recordar, también, que el 24 de enero de 1747, una impetuosa riada se llevó el antiguo puente del siglo XIV. Una real orden del rey Fernando VI, del mes de agosto de 1748, disponía la reedificación de una obra vitalmente necesaria para la villa. Ignacio Castells, de Manresa, trazó los planos del nuevo puente construido a finales del siglo XVIII. Ese es el puente de Sallent bautizado en 1972 con el nombre de Pere Otger, alcalde de Sallent en 1372, año en que probablemente se terminó la obra del antiguo puente. Por ese puente de ahora, reconstruido y algo reformado, pasó a pie Antonio María Claret i Clará, cuando niño, joven tejedor, seminarista, beneficiado, ecónomo de la parroquia, misionero de Cataluña, y arzobispo de Cuba.

Manresa

La ciudad de Manresa, con sus ya 70.000 habitantes, es el corazón de Cataluña, una de las más nobles y antiguas poblaciones del Principado. Cabeza del distrito o comarca del Bages y de la Cataluña central, está situada en la confluencia de dos ríos industriales, el Llobregat y el Cardener, y a la sombra de los atrevidos peñascos del Montserrat.

Manresa es la Minorisa de los romanos, pero en la región hay indicios claros de población humana desde el neolítico. La ciudad actual es una mezcla de arquitectura religiosa y arquitectura industrial fabril. Sobresale en el núcleo antiguo la basílica gótica de «La Seu», señora de la ciudad, dedicada a Santa María, con el puente medieval del Cardener a sus pies.

La ciudad, en la parte más antigua, ceñida por las aguas de los dos ríos, tiene un aspecto denso y como apretado, una mezcla de aire arcaico y vida moderna, de estilo medieval, pero con una arteria central de mucho movimiento que es la antigua carretera de Vic.

Manresa ha tenido un protagonismo especial en la historia del Principado, y quedan de ello sus monumentos históricos: «La Seu» (siglo XIV), la «Casa de la Ciutat» (siglo XVIII), en la cual se discutieron y votaron las Bases de Manresa el 1892, el Palacio de Justicia, y la llamada «Cova» de San Ignacio, documento barroco en piedra, acabado el 1820 y actual centro de espiritualidad.

En la ciudad moderna encontramos el paseo Pere III, vía principal de la Manresa actual, iniciado en el siglo XIX, así como el Parque de Puigferrà, y más allá el de la Agulla.

Manresa es hoy día una ciudad rebosante de vida y movimiento, un gran centro industrial en el corazón de Cataluña, aun cuando ha repercutido fuertemente en ella la crisis textil. Es una ciudad en expansión por el Pla de Bages, gracias al Eix Transversal, que la comunica con levante y poniente del Principado, y a la autopista, cordón umbilical de comunicación rápida con Barcelona, la capital del Principado.

La industria actual es muy diversificada, siendo las más importantes las de los sectores metalúrgico, químico y del cuero. La textil, que había sido la más tradicional, ha quedado reducida a la más mínima expresión, debido a la crisis de los años 70.

Manresa por su centralidad catalana y tan cercana a Sallent, ha jugado un papel muy significativo en la vida del misionero catalán, el «Pare Claret», durante su juventud y sus predicaciones misioneras en Cataluña. Se explica que, cuando joven tejedor, sintiera ya especial simpatía por esta capital del Bages, a pocos kilómetros de su villa natal de Sallent. Manresa era parada obligada en sus idas y venidas a Barcelona y Vic durante sus estudios técnicos primero y eclesiásticos después. Aquí se encontraba con sus familiares, la tía y madrina de bautizo, María Claret, su tío Adjutori, y su primo Antoni, que vivían en la calle Santa Lucía.

Vic

En el corazón de la pintoresca comarca de Osona, en el principado de Catalunya, se encuentra la ciudad de Vic. Comarca y ciudad han sido y son un núcleo histórico, inseparable de la cultura y vida de los catalanes. La ciudad nos muestra esta su historia antigua, señorial y levítica, en sus monumentos, plazas y calles del casco antiguo. La Plaza Mayor, con sus porches y rodeada de viejas y remozadas mansiones, una de ellas la Casa de la Ciudad, son un testimonio de esa historia vicense, forjada a lo largo de siglos.

Bajo la calma aparente y la humedad gris de la niebla característica del invierno de la Plana, Vic es una ciudad llena de historia y arte, pero rica también de vida comercial, industrial y agrícola.

A 70 kilómetros de Barcelona y cercana al Pirineo, la ciudad de Vic existía ya en el siglo IV antes de Cristo con el nombre de Ausa. Desde 1516 fue sede de una extensa diócesis que subsistió hasta la invasión de los árabes. Vifredo el Velloso la reconquistó en 879. Pasó a ser entonces el núcleo de un condado de la Marca Hispánica. A los pies de la antigua Ausona fue creciendo la nueva ciudad que adoptaría el nombre de «vicus», o arrabal, de donde deriva el nombre actual de Vic. Mantiene todavía hoy la capitalidad de una hermosa y amplia comarca: Ausona.

Antonio M. Claret, nacido en Sallent el 23 de diciembre de 1807, llega por vez primera el 29 de septiembre de 1829, a esta histórica ciudad. Entra por el puente del Remei y la calle de Sant Pere. Viene a iniciar sus estudios eclesiásticos que durarán seis años.

En Vic reside a partir del mes de enero de 1841, cuando inicia su vida misionera por las poblaciones de Catalunya y Canarias.

Aquí funda la congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, el dia 16 de julio de 1849.

En la catedral de Vic es consagrado arzobispo de Santiaqo de Cuba el 6 de octubre de 1850.

Vic, ciudad de muchos santos, es también la ciudad de san Antonio M. Claret.

Barcelona

Geográficamente, es una ciudad asentada en la costa mediterránea, en un llano de cinco kilómetros de anchura, abierta al mar, abrazada por los ríos Llobregat y Besos, recostada y resguardada por la sierra de Collserola. Goza la ciudad de un clima suave y benigno en invierno, y algo bochornoso en verano.

La actual estructura urbana de esta gran ciudad es fruto de cuatro épocas diferentes. De una primera etapa queda el «núcleo antiguo», el primitivo núcleo medieval, asentado en el llamado «Mons Táber», fortificado con sus murallas romanas. De esta época son la Catedral,el Palacio Real, el Museo de Historia de la Ciudad y la iglesia de los santos Justo y Pastor.

En una segunda etapa se construye todo el resto de la parte antigua, cercana «a las arenas», con las iglesias del Pino y Santa María del Mar, el barrio antiguo de Montsió y la Rambla que separaba la Ciutat Vella del Raval, donde se encuentra el Palacio de la Virreina.

A la tercera época corresponde la principal expansión urbanística de Barcelona con el«Proyecto Cerdá», o «El Ensanche» (1831). La plaza de Catalunya y el Paseo de Gracia son el corazón de la nueva Barcelona que hace posible la anexión urbanística de poblaciones autónomas, vecinas a la capital: Gracia, Pedralbes, Tres Torres, Montbau, Poblenou… etc. Esta anexión expansiva constituye la cuarta etapa urbanística de Barcelona. Actualmente, los túneles de la Rovira y Vallvidrera han abierto nuevos caminos de expansión hacia el Vallès.

Con razón, los catalanes se sienten orgullosos de su «Cap i Casal», capital de un país con una vitalidad indiscutible.

Y en esta ciudad, como vamos a ver, vivió nuestro santo, Antonio Ma Claret, cuando joven,como estudiante y técnico del ramo textil; aquí predicó más tarde como misionero y arzobispo; aquí fundó su editorial, la Librería Religiosa; por esta ciudad acompañó como confesor a la reina Isabel II y la familia real, y aquí, como fundador, convivió con sus misioneros los Hijos del Inmaculado Corazón de María.

Tarragona

Este año de 2007, año del Bicentenario del nacimiento de san Antonio María Claret, el “Aplec de l’Esperit”, acontecimiento religioso de la juventud de todo Cataluña, ha rememorado en la playa de Tarragona la llegada de san Pablo a nuestras tierras para evangelizar a gente de la histórica Tárraco y hacer nacer una Iglesia que ha perdurado hasta nosotros.

El anuncio del Evangelio en esta ciudad tuvo lugar seguramente en el siglo primero y comienzos del segundo, cuando los romanos habían conseguido cohesionar internamente todo el territorio catalán y le habían dado una capital, Tárraco, la ciudad más importante de la Hispania Citerior, puerta de toda la península ibérica.

La tradición que hace llegar a san Pablo hasta Tárraco, actual Tarragona, goza de una respetable tradición. El mismo Apóstol en su carta a los romanos, escrita hacia el año 57, dice que quiere venir a Hispania. De momento no le fue posible. Fue encarcelado en Palestina y trasladado más tarde a Roma, y mantenido bajo custodia en la capital del imperio romano. Más tarde, sin embargo, entre el año 63 y su muerte habría cumplido su deseo de anunciar el Evangelio de Jesús en nuestra tierra.

En Tarragona, la tradición de la estancia de san Pablo y su discípula santa Tecla no viene documentada hasta fines del siglo XI, pero la tradición del hecho ha arraigado desde siglos en el pasado religioso de nuestra Iglesia, y en su memoria histórica.

(Extractos de las Guías colgadas en esta página, apartado Recursos-Guías Claretianas)

Vic3

Templo y claustro de la Casa Madre de Vic.