“Yo me digo a mí mismo” (Aut. 494)
Quien lleva el corazón en pura llama
para dejar ardiendo cuanto pasa;
a quien nada le arredra y nadie atrasa
su ímpetu, su voz que el Reino clama;
quien carencias, fatigas se reclama,
y en dolor y alegría se acompasa,
porque el amor del Padre entero abrasa
y el bien de cada prójimo le llama;
ese eres tú, Claret, el misionero,
que llevas en misión por compañero
a Cristo, y su palabra por tesoro.
Ese soy yo si vivo aquel primero
amor que tu viviste y que yo espero,
un resto de tu espíritu que añoro.
Jesús Aramendía, cmf.