«El Espíritu del Señor aspira donde quiere, cuando quiere y a quien quiere. Lo que importa es conocer la voluntad de Dios y cumplirla bien de nuestra parte, que buen cuidado tendrá él de darnos los auxilios y gracias que hemos menester» (Carta ascética… al presidente de uno de los coros de la Academia de San Miguel. Barcelona 1862, p. 21; editada en EC II, p. 590).

A LA ESCUCHA DEL ESPÍRITU

Al leer este texto de Claret, ábrete al Espíritu del Señor que «aspira donde quiere, cuando quiere y a quien quiere». ¿No deseas tú ser ahora mismo esa persona favorecida por el soplo del Espíritu?

Convierte en oración tu deseo más profundo haciendo tuya esta oración inspirada en la liturgia: «Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo, Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido…».

Seguro que, si rezas con frecuencia esta plegaria, sentirás en lo más íntimo de tu alma el deseo de conocer y amar cada vez más a Dios y las cosas de Dios, y se te dará la gracia y la fuerza para cumplir con ánimo alegre y generosa prontitud su santa voluntad, de la que depende tu salvación y santificación.

San Pablo enseñaba a los cristianos a tener esa nueva mentalidad: «Transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rm 12,2).

Toma conciencia de que, en el cumplimiento fiel de lo que a Dios le agrada, encontrarás el gozo y la paz que necesitas en cada momento de tu vida; y tu fe, confianza y amor irán creciendo hasta sentirte bendecido y santificado por la gracia de Dios, como lluvia mansa de alegría y de paz.