«Pediré a María Santísima una caridad abrasada y una unión perfecta con Dios, humildad profundísima y deseos de desprecios»

(Aut749.1).

ORAR A MARÍA PARA AMAR

¿Qué es orar? Decía Teresa de Jesús: «Orar es tratar de amistad, estando muchas veces a solas con Quien sabemos nos ama». La oración es la expresión de la fe, su aliento y su alimento. Cuando oramos, el Espíritu del Señor anima en nosotros lo que debemos hacer y nos ayuda a abrir los ojos a la realidad y a dejarnos interpelar por ella según el corazón de Dios. Y se puede hacer de muchos modos:

– Orar con la Palabra de Dios, espada de doble filo, que nos penetra y descubre nuestra verdad profunda, nos interpela, nos guía y orienta, nos consuela, nos anima…

Dar gracias y alabar al Señor por lo que hace en nuestra vida, por los signos de su amor, que constantemente percibimos si estamos atentos…

Pedir humilde y sencillamente lo que necesitamos, con la confianza de que el Señor sabe lo que nos conviene, y acogerlo con el corazón abierto.

Interceder por nuestros hermanos, sobre todo por los que sufren a causa de la injusticia, la violencia, la pobreza y tantas formas de violación de la dignidad humana.

– La meta de nuestra oración, según la frase de Claret: «Una caridad abrasada y una unión perfecta con Dios». Y él lo pide a Dios por intercesión de María.

Solo esa «caridad abrasada» hará de nuestro mundo una gran familia en el amor a Dios y a los hermanos.

¡Concédeme, Señor, un amor entrañable a todas las personas con las que convivo, con las que trabajo, con las que cada día me encuentro! Y concédeme estar siempre unido a ti como los sarmientos a la vid, pues solo así puedo dar fruto.